lunes, 12 de mayo de 2008

Sonrisas que transforman al mundo

Hoy leyendo el Comercio Ecuador encontré este artículo; que es una realidad, que a todos lo que tenemos madre nos ha pasado o nos sigue pasando cada vez que nuestra mamá nos muestra en su rostro la sonriza afectiva y sincera que nos cambia todo. Aquí les va:



Las mamás vienen en variadas envolturas: unas son chiquitas, otras más espigadas; las hay gorditas o mejor sería calificarlas como 'llenitas' y algunas son delgadas; tienen cabellos claros u oscuros, largos o cortos; ojos grandes o pequeños, pero hay algo que es común en todas, algo que las iguala: su sonrisa.


Cuando mamá sonríe a sus hijos, su rostro se ilumina de manera tal que no necesita decir una sola palabra para conseguir transmitir lo que ellos necesitan recibir en ese preciso momento: comprensión, apoyo, solidaridad, gratitud, complacencia, felicidad, amor…


Muchos poemas, canciones y pensamientos se han hecho en referencia a la sonrisa de las madres. Todos reflejan con absoluta exactitud ese sentimiento maravilloso que transmite la luminosidad de ese gesto. Y es que esa sonrisa enriquece a sus hijos sin empobrecerla a ella, pues, parecería que al esbozarla continuamente su reserva de sonrisas en lugar de disminuir, aumenta.


Es una sonrisa que se repite infinitamente, que se graba de manera profunda y que jamás podrá por nada ni por nadie ser borrada. Es un remanso de paz en los momentos de fatiga, es una luz indicadora del camino cuando llega la decepción, el dolor, la angustia y es un verdadero antídoto para las enfermedades del cuerpo y del alma.


Es un tesoro inagotable que no puede ser comprado, robado ni prestado porque es entregado con amor profundo de manera espontánea, gratuita y desinteresada. La paz, la tranquilidad, la esperanza, la felicidad y la resignación dependen tanto de esa sonrisa que sería imposible vivir sin ella.


¿Cuántas veces los hijos no devolvemos esa sonrisa? Guardarla en la memoria como un recuerdo imborrable está muy bien y posiblemente todos lo hacemos, pero pocas veces nos tomamos la molestia de retornar aquello que tan generosamente nos ha sido dado desde el primer instante de nuestra concepción, cuando mamá, mirando su vientre, esbozó su primera sonrisa maternal.


La próxima vez que nos regale una de sus invalorables sonrisas devolvamos el gesto con creces por todas las ocasiones en que se nos olvidó entregar también una sonrisa con amor.




Fuente: http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=189863&id_seccion=23

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